Jose Lopez Portillo (1976-1982)
Presidente de México José Guillermo Abel López Portillo y Pacheco (16 de junio de 1920-17 de febrero de 2004) fue un abogado y político mexicano, elegido presidente de los Estados Unidos Mexicanos en el sexenio de 1976 a 1982. En su gestión, sucedieron hechos como la concertación, la petrolización de la economía y aplicación de la reforma política inicial para democratizar al país, la primera visita del papa Juan Pablo II y, en apenas un par de años, el más alto crecimiento económico nacional en su historia, seguido de una grave caída —la primera en la segunda mitad del siglo XX— debida a una política monetarista y una presunta dilapidación de los recursos públicos provenientes principalmente de los excedentes del petróleo.
Camino Academico: Egresó como abogado de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1946 y como doctor en Derecho en 1950. Contrajo primeras nupcias con Carmen Romano y del matrimonio nacieron tres hijos: José Ramón, Carmen Beatriz y Paulina. Entró al servicio público hasta 1959 de la mano del Partido Revolucionario Institucional (PRI), la organización que durante la mayor parte del siglo XX dominó de manera absoluta la vida política mexicana, animado por el ideario y carisma del entonces presidente Adolfo López Mateos. Tras ser litigante, catedrático de la Facultad de Derecho de la UNAM (donde, como años después con la banda presidencial, el espacio le fue heredado por Luis Echeverría, su íntimo amigo de la adolescencia, y dio clases a quien le relevaría en la Primera Magistratura, Miguel de la Madrid)
Presidencia: Rodeado de la polarización y el desorden legados por la administración de Luis Echeverría, el 1 de diciembre de 1976 José López Portillo tomó posesión como presidente de México y pronunció un impecable discurso que le ganó apoyos y confianza por su interés conciliatorio y el abandono de la retórica demagógica y grandilocuente que primó en todo el sexenio anterior. Su proyecto de gobierno se dividía en tres partes: dos años de recuperación, dos de consolidación y dos de crecimiento acelerado, y para lograrlo urgía a superar las discrepancias y avanzar: "Hagamos una tregua inteligente para recuperar nuestra serenidad y no perder el rumbo [...] podemos hacer de nuestra patria un infierno o un país donde la vida sea buena". Enseguida, pidió un emocionado perdón a los desposeídos y marginados por el fracaso del Estado en acertar a "sacarlos de su postración", lo que expresó cambiaría en su gobierno, bordando así un momento memorable dentro del devenir político contemporáneo.
En enero de 1979, López Portillo
auspició la visita del papa Juan Pablo II,
luego de décadas de lejanía con la Iglesia católica, autorizando el oficio de una
misa al aire libre transmitida inéditamente por televisión.
En ese
año, el gobierno mexicano se opuso al régimen nicaragüense de Anastasio Somoza Debayle y, tras la
caída de este y el triunfo de la revolución sandinista,
México participó apoyando a los sandistas e intentó mediar entre Estados
Unidos y el nuevo gobierno nicaragüense. Pero, con el arribo de
Reagan a la presidencia norteamericana, el Departamento de Estado protestó por
lo que llamó "el intervencionismo mexicano en Centroamérica"
y México tuvo que desistir en su intento de conciliación. Sin embargo,
los nicaragüenses le otorgaron a López
Portillo la medalla "César Augusto Sandino", en premio a
sus esfuerzos a favor del nuevo gobierno.
Desastre económico: En
materia económica su administración se caracterizó, sobre todo después de la
primera mitad, por tomar decisiones arbitrarias y financieramente ineptas que
detonaron la crisis más severa en la historia de México desde la época
revolucionaria, no solo repitiendo, sino aumentando los errores del periodo
echeverrista. El gobierno, obnubilado por las ganancias del petróleo y la
euforia de los mercados, guardó los propósitos de inicio en un cajón y tramitó
con la banca extranjera una pléyade de préstamos irreflexivamente para sufragar
la exploración e infraestructura de explotación de los depósitos petroleros;
puso en marcha proyectos de desarrollo condenados al fracaso por su pomposidad
y mala preparación (la Alianza para la Producción, el Plan Nacional de Zonas
Deprimidas y Grupos Marginados, el Sistema Alimentario Mexicano o el Plan
Global de Desarrollo, el más elocuente de todos); y fomentó una obesa
burocracia al crear nuevas secretarías de Estado y multitud de organismos,
adquiriendo y participando igualmente en más de medio millar de empresas, lo
que junto a una corrupción galopante terminó no solo por reducir a cero los
excedentes del petróleo (calculados en cien mil millones de dólares entre
1978 y 1981), sino por multiplicar la deuda externa ante el aumento de las
tasas de interés, añadiéndose intrigas palaciegas desde la Secretaría de
Programación y Presupuesto rumbo a la determinación de la
candidatura presidencial del PRI, traducidas en diagnósticos desprendidos de
cuentas manipuladas que truncaron medidas elementales como el recorte al gasto
corriente y la baja de precio del barril de crudo para afrontar la sobreoferta
y la austeridad energética autoimpuesta por el mercado mundial, siendo los
chivos expiatorios el secretario de Hacienda, David Ibarra, y Jorge Díaz
Serrano, director de Petróleos Mexicanos (PEMEX) y un amigo más
de los años mozos del mandatario en el primer nivel del servicio público, ambos
serios aspirantes al Ejecutivo.
Con
respecto a la moneda, el peso fue
tardíamente devaluado en alrededor de un 400% como producto de otro episodio de
la frivolidad de López Portillo ("Presidente que devalúa, se
devalúa", pontificaba). En el marco de la VI Reunión de la República,
el 4 y 5 de febrero de
1982, juró defenderlo "como perro" frente a la embestida que sufría
de los "enemigos" de la patria, pero para el 18 de febrero de
1982 la Secretaría de Hacienda se vio forzada a declarar la moratoria de pagos
y a devaluar el circulante de 28.50 a 46 pesos por dólar, frenándose en 70
pesos sólo después de imponerse el cierre del mercado cambiario para atajar la
escalada, la que inclusive sobrepasaría los cien pesos por cada billete verde.
Ultimos años: Divorciado de Carmen
Romano en 1991, después de cuarenta años de matrimonio, se
unió civilmente a Sasha
Montenegro, una actriz retirada de ascendencia yugoslava con la que vivía hacía varios años y tenía ya dos
hijos: Nabila y Alejandro. Transcurrido un mes de la muerte de su primera
esposa, celebrarían el matrimonio eclesiástico.
Durante
la etapa final de su vida fue víctima de diabetes y
de las secuelas de una embolia sufrida en 1996. Además, protagonizó
otros problemas legales, tales como la demanda que interpuso y ganó en contra
de la periodista Isabel Arvide al insultar ésta a su cónyuge y cuestionar la
paternidad de sus hijos menores en un artículo y el proceso de divorcio de Sasha Montenegro.
Falleció
el 17 de febrero del 2004 en la Ciudad de México a la edad de 83 años,
víctima de una complicación cardiaca generada por una neumonía.
Sus restos descansan en el Panteón militar del Distrito Federal. Debido a que
su muerte ocurrió durante el proceso de divorcio, la actriz Sasha
Montenegro es la legítima viuda, gozando de las prestaciones
económicas que la ley le otorga.
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